11. Creador o criatura - la verdadera identidad del hombre¶
Todas las demandas de mis pacientes contra sus padres, parejas, hijos, hermanos, amigos, etc. indican que se creen superiores a sus semejantes. Esto significa que todos los reclamos parten del supuesto de que la otra persona debe saisfacer mis necesidades. Entonces, el otro se convierte en mi subordinado, que debe estar disponible para satisfacer mis necesidades. A partir de las conocidas motivaciones humanas - el egoísmo y el orgullo - he visto de dónde procede esta pretensión de superioridad.
Detrás del egoísmo está la creencia "Yo tengo propiedad", que significa que algo me pertenece personalmente. El orgullo surge de la idea "Yo puedo crear", que significa que yo tengo la capacidad de crear algo a partir de mí mismo y transmitirlo. Con esta actitud, la gente da primero para obtener algo a cambio. Aunque la gente crea conscientemente que está dando sin esperar nada a cambio, el autoengaño se manifestará cuando, por ejemplo, quien da se moleste por no recibir ni siquiera un "gracias".
Dado a que todo gira en torno a la pérdida personal y reconociendo que ese pensamiento destruye el cuerpo del ser humano, me pregunté si una persona puede realmente tener pertenencias o bienes personales. He hablado con muchas personas sobre las experiencias más duras de su vida. Algunos habían perdido un hijo o su hijo había sido abusado. Y aunque habían pasado muchos años desde el suceso, los padres seguían agobiados y dolidos, con enfermedades físicas cada vez más intensas.
Antes describí el cuerpo como una ayuda para el autoconocimiento, como un espejo. Cualquier cosa que lo destruya, es decir, que lo enferme, no puede ser correcta. Esto también es cierto a nivel espiritual, aunque el espíritu piense que es correcto. Por lo tanto, la pérdida personal debe considerarse un principio erróneo, precisamente porque destruye el cuerpo y aprisiona el espíritu. Entonces, ¿de dónde procede este grave error de pensamiento que lo destruye todo?
El espíritu debe evaluar cada acontecimiento. Si un hombre considera a su hijo como su propiedad y tras un acontecimiento inesperado el niño muere, entonces el espíritu de ese papá destruirá su propio cuerpo con pensamientos sobre su pérdida personal, porque es muy grande e irremediable y él no tiene capacidad para aceptar una pérdida personal. El ser humano no puede perder, porque simplemente no tiene la capacidad de decir "sí" a una pérdida personal.
Entonces, surge la pregunta: ¿está justificada la pretensión de ser dueño de algo? ¿Por qué el ser humano, aunque piense lo contrario, no puede ser propietario? La respuesta es sencilla: porque no puede crear nada. Sólo si pudiera crear algo, sería realmente de su propiedad. Pero como todo, incluido el ser humano, funciona como un canal, éste no puede crear nada. Puede llevar algo a cabo, tiene la capacidad de ensamblar, de desmontar, de hacer algo hermoso con su imaginación, pintar, etc. Pero estas capacidades no representan la capacidad de crear algo, porque cualquier resultado del esfuerzo humano surge de lo que ya existe, y lo que ya existe sólo se utiliza. El niño viene a través de los padres, pero no de los padres. Pero en su error, el ser humano piensa que puede crear cosas e incluso la vida, considerando que el niño proviene de él.
Así, la enfermedad del cuerpo, junto con el espíritu cautivo, demuestra que el hombre se equivoca cuando cree que algo le pertenece. La ley fundamental de la naturaleza también demuestra que nada se pertenece. La afirmación del ser humano de que se pertenece a sí mismo, de que su cuerpo y su vida le pertenecen personalmente, procede de un autoengaño que debemos descubrir.
La segunda idea de la falsa motivación del espíritu dice que el ser humano puede producir algo por sí mismo. ¿Cuál de sus necesidades cree el ser humano que puede producir por sí mismo? Veamos de nuevo las necesidades básicas de los seres humanos. El oxígeno muestra claramente nuestra dependencia de nuestro medio ambiente. Según el principio de tomar para dar, el ser humano debe tomar el oxígeno que necesita del aire. Lo mismo ocurre con el agua. Sin una fuente de agua, la gente muere muy rápidamente. El ser humano no puede producir alimentos, sólo puede prepararlos si primero los ha tomado de la naturaleza.
No se puede negar la necesidad fundamental de amor. Todo en la vida humana gira en torno al amor. Por eso es importante preguntarse ¿de dónde viene el amor? Debemos tener claro este punto: si el amor es una necesidad del espíritu, sólo puede ser información. Las necesidades espirituales, como el amor, la justicia, la libertad y la seguridad, son información espiritual. No son energía en el sentido de una onda electromagnética, sino información puramente espiritual expresada en palabras o imágenes. No son energía medible o perceptible. Sólo cuando son procesadas por el espíritu se materializan en flujos de corriente eléctrica a través de las decisiones del espíritu en la corteza cerebral, que pueden medirse físicamente en y sobre el cuerpo.
¿Pueden las personas producir por sí mismas el amor, es decir, la información espiritual que necesitan con urgencia? ¿Son las personas productoras o usuarias de la información? En el plano físico, no nos cabe duda de que los medios sólo se utilizan, no se crean. En el plano espiritual, también debemos tener esto claro: transformamos la información en el espíritu, igual que el cuerpo transforma la química. Sólo porque el espíritu está sediento de información han podido desarrollarse tanto los medios de comunicación. Un niño está fascinado delante de una pantalla desde muy pequeño y absorbe información. Si los padres de hoy quieren mantener a sus hijos tranquilos, pueden hacerlo muy bien con la ayuda de un teléfono móvil o una pantalla. De esta manera durante un tiempo sorprendentemente largo, los niños pueden incluso estar sin comer.
Debido al error que reside en el espíritu, la gente cree que puede generar información - incluso amor. Casi todos mis pacientes responden afirmativamente cuando les pregunto si ellos pueden producir amor por sí mismos. Si así fuera, entonces el amor no sería una necesidad básica. En ese caso, cada uno tendría su propia fuente dentro de sí mismo, donde podría producir amor y vivir de él. Sin embargo, el hecho de que cada persona busque amor y, sobre todo, quiera ser amada por otra persona, demuestra que no tiene amor en sí misma. Según la ley, el amor primero debe ser tomado, procesado y transmitido. Un canal sólo puede procesar cosas pero no puede producir los elementos que procesa. Un canal nunca emite nada distinto de lo que ha tomado y procesado previamente. El ser humano no puede crear nada nuevo. Incluso cuando construimos casas y aviones, debemos tener claro que no estamos creando nada nuevo, sino ensamblando cosas a partir de materiales existentes. Nuestro espíritu está dotado de muchas capacidades extraordinarias, pero no nos es posible crear de la nada, ni siquiera un solo elemento básico.
La (falsa) creencia del ser humano de que puede poseer o incluso crear algo debe provenir de una fuente. El punto de partida es su identidad. "¿Quién soy yo?" es lo que el espíritu utiliza para procesar toda la información.
Sólo hay dos identidades fundamentalmente posibles en nuestro mundo. O el ser humano es una criatura, es decir, un canal, o es un creador, es decir, una fuente y, por lo tanto, Dios. Entonces, ¿quién cree el espíritu humano que es él? Piensa: "Soy un ser creado", o piensa: "Soy un creador", es decir, un dios.
Un creador es un sistema auto existente, es decir, que existe por sí mismo. No tiene necesidades porque es la fuente. Él es la causa de todas las cosas y, por esta razón, el origen, porque el origen no tiene causa, de lo contrario sería un efecto. Este origen es de sí mismo y no tiene que tomar nada de fuera - un creador no tiene necesidades. De sí mismo lo sustenta todo en su creación.
En cambio, un ser creado, por definición, siempre está estructurado como un canal. Siempre debe tomar primero para poder dar. Esto significa que toda criatura, sin excepción, debe estar estructurada como un sistema abierto y ser absolutamente dependiente. Entonces, ¿en qué categoría clasificamos a los seres humanos? No cabe duda de que el hombre funciona como un canal y es un ser creado. A nivel físico, esto es aceptado por todos, pero a nivel espiritual, la gente no ve su error.
El espíritu humano, en su error, se cree un dios. Sin embargo, todos los pacientes con los que hablo de esto me dicen inmediatamente: "Doctor, ¡yo nunca he pensado así!". Esto puede ser cierto incluso del pensamiento consciente. Pero tuve que darme cuenta de que en mi consulta sólo tengo "dioses" como pacientes. Son siempre las pretensiones del paciente sobre sus semejantes las que le causan sufrimiento y, como consecuencia, enfermedad. Sin estas pretensiones, el espíritu sería libre, y por lo tanto el cuerpo estaría libre de enfermedad.
Como médico, me enfrento al reto de demostrar al paciente que en el fondo se cree un dios, aunque sólo sea a nivel subconsciente o sin darse cuenta: todo problema humano proviene de ponernos por encima de los demás.
Hay pruebas claras de que el hombre cree: "Yo soy Dios". La actitud interior de una persona puede entenderse a partir de su comportamiento, principalmente ejerciendo poder sobre los demás. Desde el vientre materno, el ser humano comienza a ejercer poder sobre los demás. Y la siguiente lucha por el poder comienza al nacer. ¿Quién es más fuerte, la madre o el hijo? El hecho de ejercer el poder nace de la idea de que uno es superior al otro. Si estoy al mismo nivel que la otra persona, no se me ocurriría luchar por el poder. Si la otra persona no me aporta nada o no puede causarme ninguna pérdida, no necesito ejercer poder sobre ella.
Se realizó un experimento en el que algunos estudiantes fueron declarados presos de una cárcel y a otras personas se les dio poder total sobre los presos como guardianes. En poco tiempo, las personas normales se convirtieron en bestias. Al cabo de unos días la prueba tuvo que interrumpirse porque los guardias empezaron a torturar y atormentar a los presos sin motivo alguno.1 Todos los que reciben poder cambian su comportamiento, abusan del poder tarde o temprano y nunca quieren renunciar a él. Sólo cuando uno es capaz de liberarse de la idea errónea de una falsa identidad será capaz de manejar correctamente el poder cuando se le otorga.
Controlar a los demás revela tu actitud interior. A nadie le gusta que le controlen. Sin embargo, muchas personas intentan ejercer control sobre los demás - de formas muy distintas. El esposo instala una cámara en el coche de su mujer para asegurarse de que no le está engañando. Otros controlan el móvil de su pareja o de sus hijos. Por supuesto, todos quieren el bien, pero el bien para sí mismo.
Las personas también se ponen en la posición de jueces y les gusta juzgar el comportamiento de los demás. ¿Quién es la medida de su juicio? Por supuesto, ellos mismos.
El ser humano desea diferentes formas de adoración. Cree que tiene derecho a recibir elogios, agradecimiento, respeto o reconocimiento de sus semejantes. Por eso lo espera y lo exige.
Tuve un paciente que organizó una gran fiesta en un restaurante. Cuando volvió a casa y miró la cuenta que ya había pagado, se dio cuenta de que le habían cobrado 200 marcos alemanes menos. Quiso ser justo y llevó el resto del dinero al restaurante al día siguiente. Mientras pagaba al camarero, el hombre y su mujer decidieron quedarse a tomar un refresco. Supuso que no tenía que pagar el refresco porque había dado voluntariamente 200 marcos alemanes al camarero. Pero cuando el camarero le exigió los 5,80 marcos alemanes, el paciente reaccionó enfadado y no volvió a ese restaurante en los siguientes 15 años. Entonces, ¿por qué devolvió el dinero mi paciente? ¿Lo hizo "por nada"? ¿Por qué quería una recompensa por su amabilidad? Si no fuera un dios, el camarero no le debería nada por su honestidad, ¿verdad?
La prueba más clara de que el hombre se considera Dios es que piensa que da antes de tomar. Dios no tiene necesidades, sólo da. El hombre es un canal, siempre debe tomar antes de dar. Si sucede al revés, entonces se considera un dios, de lo contrario no actuaría así.
Hay otro aspecto que revela nuestro error fundamental. Se puede ver en las diferentes ideologías que están escritas en tantos libros. Un ejemplo son las religiones. Todas las religiones enseñan una creencia en la que las personas ejercen poder o control, que luego les convierte en dioses.2 Cualquier sistema que controle a las personas y les dicte lo que deben o no deben hacer se basa en este error.
También están los puntos de vista de los ateos, los humanistas y los comunistas. Todas estas filosofías tienen una cosa importante en común: la creencia de que los seres humanos son espiritualmente independientes. Como consecuencia, esto significa que las personas producen su propio amor y sus propias necesidades espirituales. Su error se revela en tiempos de prueba, cuando estas personas se derrumban porque su mujer o su hijo mueren. Esto demuestra que no pueden ser espiritualmente independientes. Su ideología proviene de la perspectiva de un dios - pero si fueran dioses, tendrían que ser espiritualmente independientes.
Gran parte de la ciencia se basa también en un profundo error, en concreto, en la teoría de la evolución. Constituye la base de la creencia sostenida en la ciencia de que un ser superior puede surgir de un ser inferior. El ser humano, como ser supremo en este sistema de pensamiento, es entonces inevitablemente un dios.
Dejando a un lado todos los detalles, hay una raíz falsa común a todas las ideologías, religiones o cosmovisiones del mundo. En el fondo, no son más que ramas y ramitas de un mismo árbol. La raíz es la convicción interior del ser humano: "Yo soy Dios". Y las personas se comportan exactamente igual, cada una se considera mejor, más hábil o más inteligente que el otro. Todas las personas compiten entre sí. La gente juzga a los demás, quiere controlarlos y reprimirlos, hasta el punto de llegar a la violencia, la guerra y el asesinato.
La situación no es mejor dentro de las religiones, ni dentro del cristianismo. Todos se consideran dioses y se comportan en consecuencia. Todo el mundo se considera por encima de su prójimo. Las consecuencias son tan graves como para los no religiosos. Se han producido muchas guerras por cuestiones puramente religiosas.
Los comportamientos e ideologías humanos mencionados demuestran que el ser humano se considera a sí mismo algo más que un simple ser creado. Si los humanos estuvieran en la verdad sobre sí mismos - que la razón y los hechos visibles no puedan negar - entonces no habría arrogancia, dominación, competencia, fuerza, control y violencia.
La única solución a este problema humano fundamental es reconocer la identidad correcta. Esto conduciría siempre a la unidad y a la paz. Si el hombre piensa: "Soy un ser creado", entonces hay sitio y espacio para todos. Las diferentes nacionalidades, capacidades, color de piel, tallas, ropas, gustos y tareas no provocarían tensiones, comparaciones, discusiones, ni conflictos. Cada uno se vería a sí mismo como igual a sus semejantes. Nadie pretendería saber más o poder hacerlo mejor. No estaríamos en constante competencia unos con otros. Sólo los dioses tienen que medirse y compararse entre sí. No habría luchas de poder entre los seres creados y nadie juzgaría al otro. Tampoco habría necesidad de control, ni violencia, crímenes o guerras. La solución a todos los problemas es, por lo tanto, comprender correctamente: ¿Quién soy realmente?
Si tengo la identidad: "Soy un ser creado", entonces cumplo la ley. Como criatura, sé que no puedo producir nada y que no soy propietario de nada. Antes de dar, debo tomar. Esto vale tanto para las necesidades físicas como para el amor (como suma de las necesidades espirituales). Si no guardo nada para mí, sino que lo transmito, siempre tengo una ganancia, porque mi ganancia está en dar. Cuando tenemos pensamientos de amor hacia nuestros semejantes, ¡nos sentimos satisfechos y a gusto!
Por eso es muy importante el autoconocimiento. Todos nos engañamos a nosotros mismos debido a una mentira innata sobre nosotros mismos. Esta mentira es una falsa identidad. Creemos que somos alguien que no somos y que nunca podremos ser. El ser humano está en este pensamiento desde la concepción y continúa en él hasta la muerte. El origen de todo lo negativo es el autoengaño y la elevación de uno mismo por encima de los demás. Es cierto que no podemos evitar nacer con esta mentira. Pero en cuanto vemos y reconocemos el error, debemos buscar una solución para deshacernos de él. Porque si lo mantenemos, este error nos destruirá inevitablemente.
Concluyendo, el problema del hombre está dentro de él, no fuera de él. Entonces, no podemos encontrar una solución fuera de nosotros mismos. Las leyes, las normas estatales y de la iglesia no pueden resolver el problema. Cada persona se gobierna a sí misma y, por lo tanto, solo puede resolver su problema dentro de sí misma. Sin embargo, la dificultad reside en reconocer que tienes un problema interior. Mientras te engañes a ti mismo y busques siempre el problema fuera de ti, nunca encontrarás realmente una solución.
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Banks, C. W., Haney, C., Jaffe, D., Zimbardo, P. (1971): The Stanford Prison Experiment: A Simulation Study of the Psychology of Imprisonment. Realizado en agosto de 1971 en la Universidad de Stanford. ↩
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Por el contrario, una consecuencia no debe asociarse a la coacción, ya que no obliga a las personas a cambiar, sino que (sólo) les muestra los límites y las consecuencias de su comportamiento. ↩